Al día siguiente de la proclamación del renacer de Emaneo Sananay, se consumó una reunión secreta en un denso bosque de arrayanes y coihues a la salida de la ciudad. Los místicos y sabios del club decidieron permitir la ejecución de una investigación arqueológica en el sitio que albergó al club en su época de esplendor. La resolución se adoptó en favor de entender en mayor profundidad y dar a conocer los antiguos secretos del club, para así poner en marcha los designios que los antepasados destinaron a las generaciones que retomaran la tradición perdida.
Zaratustra González engallose nuevamente sobre la roca sagrada del club. Un tórrido tropel de socios se dispuso alrededor con cierto grado de enervación. Aunque las últimas noticias infundieron un nuevo y esperanzador brío en la multitud, éstas supondrían tareas superlativas no exentas de sacrificio.
El lozano vocero proclamó “¡Oh hijos e hijas de Emaneo Sananay, escuchadme con atención! Nos encontramos en un momento crucial de nuestra historia, donde el pasado y el futuro se entrelazan en un baile eterno de posibilidades y descubrimientos”.
“Como miembros del club, emprenderemos dos tareas monumentales, ambas destinadas a revelar los misterios de nuestro legado y a dar forma a nuestro destino. La primera es la investigación arqueológica del sitio donde se posaron los pilares de Emaneo Sananay, que nos llevará a develar los secretos olvidados en nuestro terreno para descifrar los vestigios hasta ahora indescifrables”.
“Pero no podemos detenernos ahí”, continuó el jubiloso vocero con una expresión de determinación en su rostro. “La segunda tarea es la reconstrucción a partir de las antiguas escrituras que hemos descubierto. Estas palabras pretéritas contienen los secretos de nuestro propósito, las llaves de nuestra esencia, y es nuestro deber desenterrar su significado y traerlo a la luz”, señaló indicando al cielo.
Cavilando un instante y de manera casi procaz exclamó, como desafiando a Hutton y Lyell, “El pasado es la clave del presente… y de nuestro futuro”. Finalmente, con sus ojos rebosantes de confianza concluyó “¡Que esta empresa haga florecer a Emaneo Sananay una vez más en este pantano existencial de abulia y nihilismo!”
La magnanimidad cobró un nuevo impulso en la muchedumbre que no tardó en aplaudir con encomio al portavoz.
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Ilustración de Zaratustra González en el momento de su discurso. |
La postura peculiar de los jugadores de terracota ha desconcertado a los expertos, quienes especulan y barruntan sobre su posible significado ritual o simbólico. Algunos sugieren que podría representar una ceremonia de paso o un momento de trascendencia en el viaje hacia el más allá.
Este descubrimiento esboza una multitud de preguntas fascinantes sobre la historia y tradiciones del club, así como sobre la relación entre el deporte y la espiritualidad. A medida que los arqueólogos continúan su trabajo de excavación y análisis, se espera que se desentrañen más secretos de este inveterado e insondable club deportivo.
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Jugadores de terracota desenterrados. Nótese su enigmática postura. |